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La organización, un sistema más humano que mecánico
En estos tiempos en los que se habla de un sinfín de nuevos procesos que deben ser y no ser dentro de las compañías para llevarlas al éxito, se ha dejado de lado esa presión que las organizaciones ejercen sobre sus individuos, la cual, en un alto porcentaje, lo único que genera es menos humanización y más mecanización.
Hoy en día, en la mayoría de ocasiones, las compañías aplican planes para mejorar, por ejemplo el clima organizacional, para cumplir estándares de bienestar que las proyecten como entes socialmente responsables. Se puede decir que en la actualidad, existen planes “obligatorios” genéricos para ejecutar en los entornos internos de las empresas.
Debido a esta última razón, los mismos individuos las cumplen, sin satisfacer en realidad sus necesidades, que se encaminan a los sentimientos, frustraciones, ilusiones, represiones y demás complejidades individuales que se acarrean a lo largo de la vida.
Por lo tanto, se divisa una mecanización humana, que deja de lado esos efectos que generan las organizaciones a través de su estructura, cultura y clima corporativo. Estos tres aspectos, tan importantes en una compañía, se convierten en un hilo conductor, casi que en un estilo de vida para los individuos. De esas variables, dependen comportamientos y conductas que condicionan relaciones interpersonales y resultados.
Es por esto, que los encargados de las áreas de talento humano y directivos, deben tener una fina sensibilidad para reconocer y no olvidar los efectos o presiones que las organizaciones están ejerciendo sobre los individuos, bien sean físicas o mentales. En los dos casos, existirán consecuencias perjudiciales para los trabajadores y de paso para la compañía.
La fina sensibilidad también debe estar encaminada a no pasar por alto que los trabajadores son humanos. Por lo tanto, detrás de cada uno existen historias que permanecen vigentes en la mente, haciéndolas notar en gestos, palabras o actitudes.
El reto está en ver más allá. No son solo terapias de risas, no son solo capacitaciones enfocadas a desarrollar competencias, mucho menos bonos para comprar o regalar medio día libre. Lo anterior es necesario, pero en un análisis más profundo, deben ser soluciones que perduren. En otras palabras, una solución que esté siempre disponible.
Es así como se evidencia que la comunicación se convierte en el puente para lograr una conexión trascendental. Aquella que consiga descubrir no solo al profesional, sino también al ser humano, ese que tiene miedos, depresiones o conflictos.
Por ende, la invitación que hacemos, es que los directivos, jefes, líderes o cualquiera que sea la figura de mando, en vez de centrar toda su atención en los planes genéricos, comiencen a crear una nueva estrategia que les permita a los trabajadores comunicarse con alguien en cualquier momento de las horas laborales.
Es momento de abogar por la humanidad, por aquellas estrategias que logren revivir la sensibilidad del ser que logra apasionar a cualquier individuo, llevándolo a realizar acciones positivas para la empresa y para él mismo. Es un voto de confianza que se otorga para fortalecer relaciones personales e interpersonales, con el fin de mejorar entornos.
Como humanos, ya nos estamos adaptando a la era de la información y al mundo digital, pero adaptarse, no es sinónimo de dejar de lado las buenas costumbres ya aprehendidas en algún momento de nuestra evolución. Adaptarse es sinónimo de incrementar conocimientos y acciones para convertirnos en seres más capaces y conscientes.
Esa conciencia que nos recuerda que a nuestro lado existe un colega que nos necesita, bien sea para un consejo profesional o personal. Un colega que puede estar pasando por momentos difíciles que lo restringen a la hora de dar todo su potencial. Un colega tan humano como nosotros que sufre por amor, por frustración, por celos, por miedos del pasado. Un colega que necesita de una palabra, un abrazo o una sonrisa, no solo por un segundo de conveniencia, una hora de capacitación o unos días de retiros, mejor comencemos a entender que lo puede necesitar por siempre.
La solución está en nosotros mismos y consiste en no mecanizar procesos y mucho menos el de la comunicación.